Mi felicidad no es mía

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A muchas personas nos ha pasado que llega un momento en que nos damos cuenta que hemos pasado mucho tiempo (y de hecho lo seguimos haciendo) preocupándonos por lo que piensa el resto de personas sobre nosotros. Nuestra imagen social es muy importante y lo que dicen sobre ella nos importa aún más. 

Esto nos genera una atención directa y focalizada sobre la opinión que el resto de personas puede hacer sobre nosotros. Por supuesto estas opiniones son tan importantes para que, de ser positivas va a provocar que nuestra autoestima aumente, nuestra percepción sobre nosotros mismos mejore y por lo tanto con ello lo hace nuestra felicidad y alegría. Esto es una buena noticia ¿verdad? ¿quién no se pone contento cuando nos hacen saber que la opinión sobre nosotros es positiva y generosa?. Lo que no vemos aquí es que parte de esta felicidad no la hemos generado nosotros, es decir, no somos los responsables de nuestra propia felicidad y alegría, lo son el resto de personas que han tenido una opinión positiva sobre nosotros. Si en algún momento nos damos cuenta de ello sabremos que nuestra felicidad depende de la opinión de los demás (este proceso se llama en Psicología locus de control externo). Esto, señoras y señores, es una felicidad falsa, inestable en el tiempo, carece de solidez y nos puede acarrear un conflicto futuro, que puede derivar en un problema de salud mental. Nuestra atención y focalización por gustarle a los demás y el esfuerzo por conseguir valoraciones positivas de otras personas va a tener otro papel en nuestra vida, un papel central.

¿Qué pasará si ya no percibimos que gustamos a los demás? ¿adios felicidad?

Sentir que queremos gustar a los demás no es malo. De hecho es algo natural de la especie humana, además es algo normal entre otras especies. Algunas aves llevan innumerables adornos y plumajes coloridos para llamar la atención del sexo opuesto y esto también tiene que ver con querer gustarle a los demás. 

Conclusión, no dejes de querer de gustar a los demás ya que es sano, natural y forma parte de tu origen como especie. Pero que tu felicidad no dependa de ello. Si te gusta vestir y maquillarte de una forma determinada hazlo porque te gusta a ti, y si a los demás no, pues no tenemos ningún problema, pero sí un trabajo pendiente, aprender a aceptar la opinión negativa (o neutral) de los demás sin que eso afecte a nuestra autoestima, porque ¿quién ha elegido ese vestido y esa forma de maquillarse? correcto, tu, y no hay nadie mejor que tu para saber lo que quieres y lo que te gusta. Si lo has elegido tú no puede estar mal, así que no te hagas tormentas mentales, escoge y hazlo con corazón.

Que lo que escojas sea lo que te gusta y cuando salgas a la calle que las opiniones sean como la fruta del super, la bonita y brillante la coges, las feas y sosas las dejas :).